Eric Méndez : Dios sabe de la trova

Eric Méndez : Dios sabe de la trova

04-18-2017

Era la noche más negra y Eric Méndez llevaba gafas oscuras bajo el techo del templo. Subió al púlpito y afinando la guitarra -una manida costumbre de viejos y nuevos trovadores- habló a los presentes.

La expulsión del conservatorio donde pasó su niñez, las alas y el sabor de la cocaína, el tiempo denso de la prisión. Era 2011, en las afueras de La Habana.

Y entonces, solo luego de aquello, empezó a cantar.

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Aprendió a rayar la guitarra en la secundaria con los clásicos de Silvio Rodríguez y el entonces novísimo Carlos Varela. Los amigos lo cercaban coreando Los hijos de Guillermo Tell, que ellos eran. Quizá fue el inicio de todo lo que llegó después: el fanatismo por el rock.

-La mayor y más fuerte influencia musical que tuve antes de empezar a hacer canciones –dice y se toca unos rulos resecos y cortos que lo coronan.

Mucho antes, en cuarto grado, su madre había identificado un potencial en su morenito. Con determinación de madre lo bañó, lo vistió planchado y se aseguró que asistiera a un círculo de interés en la escuela vocacional Paulita Concepción, en el centro de La Habana.

Eric, sin saberlo, se preparaba con otros niños para ser alumno del conservatorio. Fue aceptado con el número uno en el escalafón de canto coral. Entonces la afición por la guitarra no le había pasado por la cabeza, así como la pubertad era una fruta extraña de la que no había oído.

-Cursé solamente hasta el segundo año -recuerda-. Fui expulsado por un desorden de concentración que dio al traste con mis estudios posteriores.

Sin dar más detalles, como si el recuerdo hiriera, asegura que le provocó una conducta negativa en la escuela. Fugas, broncas, malas notas, todo cabe en la imaginación.

Luego de aquello la música como refugio y la peña de un director de dibujos animados ocuparon algunas de sus tardes. Ahí, en la desvencijada Casa de Cultura de la Habana Vieja, supo lo que era cantar para alguien más que su sombra. ¿El anfitrión? Cecilio Avilés, creador de la serie Cecilín y Coti, y de un proyecto que hoy sigue sacando de las calles a jóvenes habaneros.

Era 1999, y Cuba salía del peor crac económico de su historia, llamado eufemísticamente Período Especial. Aún así Eric se las agenciaba para buscar drogas en los recovecos de la ciudad. Diez años metiéndolas en sangre. 

-De los 13 a los 23 estuve consumiendo.

Fue procesado en tres juicios por tráfico y tenencia. Había dormido, comido, orinado dos períodos en la cárcel. Sus pocos amigos eran ratones de presidio.

-Yo hacía canciones, quería cambiar de vida, pero no tenía la fuerza necesaria –le dijo a un periodista.

Cómo se hace de un hombre añicos, cómo de añicos un hombre.

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La gente ha coreado la vida de Eric sin saber quizá que lo es; pensando acaso esa historia la han oído ya otras veces, cuando han entrado al cine, leído un libro, u oído al vecino indiscreto:

Andaba sumergido, con mis amigos,

en un mundo irreal, que juntos confundimos

mezclando estimulantes y mujeres con vino.

A veces era el rey, a veces era el mimo de la vida banal.

Allí, entre canciones nos crecieron alas,

vivía cada día como si mañana no existiera,

era la medicina eficaz para curar

la enfermedad del hambre y los problemas.

Fue preciso robar, pero lo importante

era buscar más dinero

antes de que anocheciera. Y otra vez a volar.

Tiempo después: Un día estafaba,

mentía, las cosas se perdían a mi alrededor,

para consumir. No sé ti a ti te suena:

el drama clásico que ponen en la novela,

solamente que allí, la gente siempre es buena,

y no te rechaza, nadie termina en prisión.

Canto a Jesús, en el CD Canto a Jesús, 2010.

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Vico C sonaba en Cuba, y Toni Presidio mojaba los ojos de Eric Méndez en las fiestas. La gente manoteando, cantando, y él sintiendo que alguien le hablaba cerca de la nuca.

-Yo estaba recién salido de la cárcel -recuerda-. Aquella canción tocaba de lleno mi realidad, daba en el blanco.

Pasaron Vico C y las condenas. Pasaron muchos meses, ciertos inciertos amigos. Y llegó algo nuevo con el nuevo siglo. Entró a una iglesia en el Vedado, una iglesia evangélica, con mucha gente cantando, de pie, ojos cerrados, manos alzadas. Nadie preguntó de dónde llegaba, alguien lo invitó a pasar, otro lo saludó.

-Tuve una experiencia espiritual en 2001 -dice-, y entregué mi vida al Señor.

Eric salió del templo y buscó a los vendedores habituales de estupefacientes. Sacó del bolsillo bostezante el dinero exacto.

-Resultó que quise probar droga y ya no me gustaba… había pasado algo en mí, que estaba más allá de mí –comentó en una entrevista hace algunos años-. Y entonces creí, comprendí, que en Dios había fuerzas para cambiar, más allá de mis fuerzas.

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Diez años después de su conversión Eric escribió, ya no pensando en él, sino en el futuro, que es siempre incierto:

 

Se está avecinando un tiempo bueno,

una mejor estación. Y yo estoy danzando,

debajo de un aguacero de bendición

y el cielo me lo sigue declarando.

Es que el avivamiento trae un movimiento nuevo,

un vuelco sin reparos es Tu gracia sobre todo y sobre todos.

Salgo a la calle y en el aire puedo respirar

y mi corazón bum, bum, bum…

//¡Que no para, que no para!//

que no para, para,

y yo que no lo quiero parar.

Tiempo nuevo, en el CD Canto a Jesús, 2010.

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Yoe Suárez: Dicen que la música hecha por cristianos es mediocre, que trae una avalancha de productos facilistas, de poco valor estético…

Eric Méndez: En Cuba disfrutamos de un legado musical inmenso; aunque el creyente -como el resto de los cubanos- tiende a reproducir lo que se le vende como buena música, que es generalmente esa música facilista (de esa he escuchado mucho pop).

Casi siempre le falta abordar inquietudes generales del ser humano, por lo que es solamente útil para personas cristianas, excluyendo a exponentes como Marcos Vidal, Juan Luis Guerra, el grupo Rescate y otros que seguramente desconozco.

Yoe Suárez: Cuando los oyentes seculares se exponen a música con letra cristiana generalmente acaban rechazándola. No obstante, la tuya ha conseguido superar estigmas e incluso llegar a espacios vedados para otros creadores. ¿Crees que el éxito radica en la propia poesía de la trova? Una poesía que ha «cubrierto» tu mensaje sin que ello invalide su carácter evangelístico.

Eric Méndez: Creo que la poesía en las canciones es una buena herramienta, pero mayores herramientas son la compañía del Espíritu Santo, las palabras y metáforas con poder espiritual que Dios plantó en mis versos.

También influye mi conducta; hay gente que siempre te observa porque necesita saber si en verdad hay alguien capaz de vivir como la Biblia enseña. Hago lo que hacía Jesús en las parábolas.

Yoe Suárez: Quienes hemos asistido a tus presentaciones en espacios seculares o te hemos visto por la televisión escuchamos entre asombro y agrado canciones con una letra abiertamente cristiana. ¿Cóo valoras el panorama actual para la inserción de mensajes cristianos en los medios?

Eric Méndez: El panorama actual sigue siendo duro; aunque no por duro imposible para Dios.

Cualquier persona que pretenda semejante alcance debe echar a un lado lo aprendido religiosamente. Solo así podrá enfocarse, como creador en Cristo, en la realidad social y espiritual del mundo circundante, evaluar a qué se enfrenta y cómo hacerlo, y pedir a Dios sabiduría. A veces por visiones estereotipadas es que en parte no hemos sido capaces de llegar a los inconversos.

Aunque muchos no lo saben, desde el año 2006 yo estoy cantando en la pantalla temas cristianos. Y esto es lo que me ha permitido hablar más abiertamente desde el 2009 hasta la fecha: la perseverancia, la paciencia y la objetividad.

No voy a los medios sólo a salir en ellos, sino a hablar de lo que el mundo necesita conocer.

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Eric Méndez bajó el arte del púlpito y, desde tópicos universales, lleva el púlpito dentro. Ni acusador, ni complaciente. Quizá por eso cambiaron tantas cosas. Por ejemplo, un cultor de la trova nunca se había convertido en ícono para los cristianos.

Le escuché por primera vez en 2011, en un campamento juvenil.  Contagiado por su desenfado, el auditorio terminó coreándolo como si conociera las letras de siempre.

Luego de aquello el nombre del trovador se repetía en comentarios de amigos (Eric Méndez va a tocar tal día); en anuncios callejeros (concierto de Eric Méndez en mascuál sitio); en la radio (¡Eric Méndez presentaaa…!).

Un buen día prendo el televisor. Qué me encuentro: al mulato de las gafas en un espacio de gran audiencia, cantando sin reservas de su fe.

Ese instante fue memorable para la comunidad evangélica de acá. El muchacho de la congregación habanera de K y 25 representó por unos minutos en TV, la pequeña nube de una promesa acunada por muchas generaciones.

Que ese trovador tuviera unos instantes para decir frente a cámara una palabra de parte de Dios (aunque fuera musicalizada) era un milagro. El milagro de ver cómo el tema «iglesia» era tratado fuera de contextos políticos o puramente informativos en los medios cubanos.

Eric dice que él no ha cambiado. Permanecen las mismas preocupaciones que antes de Cristo: la humanidad, el medio ambiente, la sociedad; pero ahora desde una óptica evangélica.

-Quien pretenda llegar al corazón de los no cristianos debe hablar en un lenguaje común; no tiene sentido hablarle a la gente en un lenguaje carente de significado para ellos, que sólo nosotros podemos entender –afirma-. Luego está que el que aún no ha creído en Dios no puede adorarlo o alabarlo; primero necesita conocerlo y entender que realmente lo necesita.

Explica como predicador de domingo, dice que el Espíritu Santo es quien convence que sí existe Dios, muestra qué es el pecado, revela la naturaleza pecadora del individuo, y le hace experimentar espiritualmente (y no solo intelectualmente) su necesidad de aceptar a Cristo.

-La canción para ellos tiene que entrañar un perfil evangelístico, con el que puedan identificar sus problemas y necesidades –acota-. Y eso es, precisamente, canción social.

Cree que al explorar la realidad y mostrar su visión del mundo desde el estilo trovadoresco se tiene más oportunidades de llegar al pueblo (como la música bailable) que con cualquier otro género. Con menos éxito que Eric, cantautores como Pavel Poveda, Juan Carlos Suárez y Danilo Vásquez –que cultivaban el género antes de convertirse al cristianismo- optaron por mantener su línea estética. La razón es más que clara para Eric:

-La trova es la canción cubana por excelencia, Dios lo sabe.

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El musicógrafo Roberto Reyes, al frente del blog especializado Trastienda musical, se atrevió a escribir que desde hace muchos años la trova necesitaba canciones como las de Eric Méndez.

"Digo más: solo con el surgimiento de la obra de este juglar se ha logrado el equilibrio que precisaba un universo musical que, tal vez de manera involuntaria, nos había escamoteado cierta visión de la vida.

"Aunque un amplio sector de este pueblo es profundamente cristiano, se ha propagado la idea de que tan solo las religiones afro-cubanas son auténticas."

Los acordes del barrio, la rumba el son, y también el jazz, el funk y el rhythm and blues se cuelan en la estética de Eric. Un pastiche genuino, y lo genuino llama a los oídos.

"Me resulta un juglar que oxigena el océano de la canción trovadoresca –publicó Reyes y más adelante remató-. Su Dios es humilde, cordial, accesible. Es un trovador que prefiere cantar sus tropiezos y hallazgos sin asomo de arrogancia y con un humanismo que no deja lugar a dudas de su autenticidad.

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2010 fue un parteaguas. La década empezaba con el pie derecho. Su disco Canto a Jesús (2011) era patrocinado por PM Records, los estudios del mítico trovador cubano Pablo Milanés.

El autor de Yolanda no cobra nada, no escatima en darle todo el tiempo de grabación necesario. Por su parte, el autor de Ana siente que levita creativamente, que el CD está hecho a su gusto, con su estética, algo que ya se empezaba a gestar en Encrucijada (su disco anterior).

Curiosamente, Eric Méndez me recuerda la estampa que Miguel Barnet esbozara del entonces joven Pablo Milanés: su guitarra, talento melódico y peculiar voz de sonero urbano es ya una presencia inevitable para nosotros.

Luego, el tema que nombra el CD quiso ser videoclip. El trovador buca dineros, conjuga apoyos. Le dan la mano la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y Producciones El Central. ¿Cómo ocurre este raro vínculo entre una institución oficial y una entidad independiente para producir un tema abiertamente cristiano?

Eric me cuenta:

-La directora del clip, Olivia Mellado (hermana en la fe), es realizadora de audiovisuales de forma profesional; y aceptó mi propuesta de hacer el video porque gusta de mi música.

Ambos conocían a uno de los coordinadores de El Central Producciones, que finalmente se encargó de la dirección de fotografía. La AHS aprobó un presupuesto para el rodaje; y facilitó el respaldo legal del proyecto. En resumidas: cero preindisposición, prejuicios; quién sabe cuánta gente le habrá aconsejado desistir de presentar el proyecto a «gente inconversa».

Dice Eric que hicieron maravillas con una camarita y muchos deseos. De ahí salió su primer clip, que acabó en los Lucas, un programa estelar que promueve la música cubana con gente por millones pegada a la pantalla.

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En 2015 el duo de música urbana La Cruzada invita a Eric Méndez a participar del disco Pedazo de cielo.

El trovador incluye una canción, Samuel, dedicada a su sobrino recién nacido. Dice, entre otras cosas, que es un enredo la adultez, que aunque a su madre le de perreta le enseñará a montar patineta, que le muestre a ser como niño para ir al cielo de una vez.

Es por mucho, la canción más conmovedora de un CD conmovedor. Quizá fue de los motivos por los que el jurado del festival Cubadisco 2015 lo premió en la categoría Hip hop.  

-Tus canciones tocan muchos temas –le digo-, pero giran alrededor de un mensaje principal...

-Simple: las enseñanzas de Jesús a partir de situaciones reales o ficticias actuales –sintetiza Eric-. Siempre partiendo del respeto por mi fe y mi estilo de vida pueden surgir proyectos para grabar o cantar alguna que otra cosa. Artistas a los que debo esta manía de trovador, han querido cantar o grabar conmigo, y esa es mi única condición, incluso para ellos.

La barba rasa del bardo, la voz de su esposa, sus hijas, despiden esta tarde que es una cortina lila sobre La Habana. Y Eric busca sus manos que no fueron sino añicos y ahora, por fin, son las manos de un hombre.