Sufrió persecución de su propia familia en Pakistán, pero ahora destaca con su cocina en Nueva York

Sufrió persecución de su propia familia en Pakistán, pero ahora destaca con su cocina en Nueva York

10-16-2017
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Muchos cristianos huyen de Pakistán en busca de refugio en países como Estados Unidos. Algo que no es fácil de conseguir y quienes lo logran temen por su seguridad cuando se encuentran con otros refugiados musulmanes. Pero, una mujer lucha por marcar una diferencia y construir una nueva vida.

Útica, Nueva York, se llama a sí misma la ciudad que ama los refugiados. Hay un aspecto humanitario, por supuesto… Pero también hay uno económico.

“Las ciudades al norte en Nueva York en los años 50 eran robustas, muchas cosas ocurrían, a medida que avanzaban, sea los molinos de tejidos o de hierro, lo que migró al sur o, lo que conocemos ahora, es global y ha salido del país. Esos trabajos se fueron al igual que mucha de nuestra población”, dice el alcalde Robert Palmieri.

Después de décadas en declive este pueblo es una industria creciente, impulsado por muchos trabajadores motivados.

“Sin refugiados e inmigrantes, sin un aumento en la población, no hay recuperación”, precisa Shelly Callahan, agencia de reasentamiento de refugiados.

Callahan es directora ejecutiva del Centro de Recursos para Refugiados en Mohawk Valley, en Útica. Su misión es el reasentamiento.

“Es un programa muy americano, en cuando a levantarse a sí mismo. Ya sabes, buscar un trabajo, comenzar a ejecutar, incluso si usted no saber inglés. Hemos encontrado trabajo a pesar de eso, con los dueños, pero los refugiados vienen aquí debiendo sus boletos aéreos al gobierno federal y la factura vendrá 6 meses después de haber arribado”, precisa Callahan.

Ali al-Hashimi llegó como un refugiado iraquí y luego, se reestableció en Útica.

“En mi país, tenía mi negocio, pero debido a la guerra y todo, el negocio cerró, todavía hay un edificio allí. Es como el polvo que permanece y no abre”, comenta al-Hashimi.

 Al-Hashimi tomó unas clases y obtuvo un empleo… pero, después de unas semanas pensó que prefería usar sus habilidades y abrir un restaurante nuevo en Útica.

“Intenté encontrar un nombre llamativo. Le puse “Humus y Tabulé”. Muchas personas saben que es el humus y el tabulé, pero no saben de dónde viene. El humus y tabulé es comida de Oriente Medio”, expresa al-Hashimi.

Aproximadamente una hora al oeste, en Siracusa, Nueva York...

Un nuevo restaurant y programa de entrenamiento llamado “con amor” enseña refugiados, inmigrantes y estudiantes de pocos ingresos las habilidades para lanzar su propio negocio de comida. Adam Sudmann es el encargado y creador del concepto.

“Somos un restaurante, pero también una escuela”, precisa Sudmann.

Cada seis meses, cambia el tipo de cocina… hoy es pakistaní, en los próximos meses, ¡quién sabe!

“Las personas vienen de diferentes partes del mundo y a veces cocinan cosas hermosas y conectan lo que aman con su amor a su cultura. Distinto a lo que ve por televisión, todas esas cosas ocultas de las cámaras, esas bellezas de la cultura y familia y hospitalidad a través del alimento”, comenta Sudmann.

Los alumnos, que trabajan en “con amor”, cambian de tres a nueve meses. “con amor” contrata a un empresario en residencia: ese estudiante crea el menú y dirige la parte empresarial. Aprende todo, desde trabajar en la última fila de la cocina hasta negociar el alquiler.

"Así que el objetivo final ideal es que esa persona vaya y abra su propio local en el vecindario", indica Sudmann.

Sarah Robin es la actual empresaria en residencia. Ella huyó de Lahore, Pakistán después de ser perseguida por convertirse en cristiana.

“Mi familia y la cultura y todos querían matarme. Fui envenenada una vez. He sido golpeada muchas veces por mis familiares, sin importar lo que sucedía, Dios siempre estaba conmigo y salvó mi vida”, indica Sarah Robin, empresaria residente.

Robin dice que Dios le abrió las puertas para venir a Estados Unidos… y está aún abriendo puertas, conforme se esfuerza por ser exitosa aquí.

“Nunca pensé al estar en mi país que algún día abriría mi propio restaurante y trabajaría aquí. Cuando vine como refugiada pensé que necesitaba aprender una gran habilidad para mi vida y me gusta cocinar, entonces soy muy bendecida de estar en este programa”, comenta Robin.

Robin ya inició el proceso de abrir su propio restaurante. Trabaja con Sudmann para encontrar un local y hablar con inversionistas sobre su visión.

“Deseo traer una esencia pakistaní a este país y el concepto será comida callejera”, precisa Robin.

Entre más empresarios refugiados, como Robin, son entrenados y reciben herramientas para iniciar sus propios restaurants, camiones de comida o servicios de catering, Sudmann espera que las personas deseen invertir tiempo y dinero en el centro urbano de Siracusa.

“En lugar de todos esos profesionales que viven allá fuera y no entran a este núcleo, deben traer algunos de esos recursos, vida y energía a la ciudad”, concluye Sudmann.

Dos ciudades industriales, y miles de refugiados, con un poco de apoyo, están listos para ser miembros que contribuyen a sus comunidades.