JERUSALÉN, Israel - El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se dirigió a la nación el lunes por la noche y dejó en suspenso la legislación de reforma judicial de su gobierno hasta después del receso de Pascua de un mes de la Knesset. Algunos dicen que el largo asalto de los que se oponen a la reforma provocó una profunda división en el país, al borde de la guerra civil. Mientras tanto, los adversarios políticos y mediáticos del primer ministro le echan la culpa de la lucha.     

En su discurso, Netanyahu dijo que quería evitar la división de la nación en dos.

"Cuando hay una oportunidad de evitar la guerra civil mediante el diálogo, yo, como primer ministro, me tomo un tiempo para el diálogo", dijo. "Doy una oportunidad real para un diálogo real. Insistimos en la necesidad de introducir las correcciones necesarias en el sistema jurídico y se nos da la oportunidad de lograr un amplio consenso. Es un objetivo muy valioso".

Tras el discurso, el presidente israelí, Isaac Herzog, pidió a Netanyahu y a los líderes de la oposición, Benny Gantz y Yair Lapid, que trabajaran juntos para encontrar un compromiso. Estuvieron de acuerdo.

Gantz, líder del Partido de Unidad Nacional, dijo: "Nos presentaremos en la Residencia del presidente, le tenderemos la mano. Pido a Netanyahu que retire las amenazas, los ultimátums y las declaraciones extremas que nos alejan del objetivo. Que lo deje todo y envíe a los equipos pertinentes (a la Residencia del presidente). Trabajaremos para fortalecer la democracia, mejorar la gobernanza y mantener la independencia del sistema judicial".

La Casa Blanca aplaudió la decisión de Netanyahu. La secretaria de Prensa, Karine Jean-Pierre, declaró a los periodistas: "Las sociedades democráticas se fortalecen con controles y equilibrios, y los cambios fundamentales de un sistema democrático deben llevarse a cabo con la base más amplia posible de apoyo popular. Y eso es lo que vamos a seguir pidiendo".

Sin embargo, los defensores de la legislación afirmaron que las reformas estaban diseñadas para aportar un control y equilibrio a lo que denominaron el "poder judicial desbocado" de Israel, argumentando que el sistema judicial ha tenido poco o ningún freno durante décadas.

Muchos simpatizantes consideraron que las casi 12 semanas de protestas callejeras que paralizaron el tráfico, las salidas de los aeropuertos, las operaciones bancarias y las compras de comestibles eran un intento no sólo de ganar el debate sobre la reforma judicial, sino de derrocar al gobierno, con acusaciones de que estaba poniendo fin a la democracia israelí y sustituyéndola por una dictadura.

La escritora, columnista y comentarista Caroline Glick, que ha observado las disputas internas del país durante más de 25 años, señaló que la acritud producida en 2023 podría ser incluso mayor que durante las secuelas del asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995. "No recuerdo que entonces los niveles de odio fueran tan violentos, fueran así, estuvieran apoyados por los medios de comunicación, fueran impulsados por los medios de comunicación".

Glick cree que la intensa lucha interna pone a Israel en peligro, a la luz de la amenaza número uno de Israel en la región: Irán.

"Porque la gente que no quiere que Israel actúe contra Irán -de todas las tendencias y ciencias- querría que Israel se sumiera en disturbios y discordia internos, para hacer imposible en la práctica que el ejército, el gobierno y nuestros servicios de inteligencia se concentraran y centraran en la tarea que tienen entre manos, que es eliminar un porcentaje suficiente de las capacidades nucleares de Irán... para impedir que consigan un arsenal nuclear", explicó.

Mientras los israelíes esperan celebrar la Pascua y el milagro de la liberación de los israelitas de su esclavitud en Egipto, muchos esperan y oran para que los dirigentes de Israel experimenten una liberación de una de las peores crisis internas de la historia del Israel moderno.