Un ministerio se vuelve el hogar y consuelo de víctimas de abuso físico y sexual en Argentina

Un ministerio se vuelve el hogar y consuelo de víctimas de abuso físico y sexual en Argentina

03-20-2018
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En Argentina, la violencia contra las mujeres va en aumento. Entre el 2016 y el 2017 hubo un promedio diario de casi 50 personas que fueron víctimas de algún delito contra la integridad sexual. Pero, una organización está ayudando a un importante número de mujeres a salir adelante tras vivir toda una pesadilla.

“Un día mi mamá llegó con un hombre diciéndome que era mi papá. Cuando le dieron mucha plata a mi mamá, yo dije: ‘bueno le dieron plata para que mi mamá se mantenga’. Mi mamá de chiquita me vendió y vine con ese supuesto señor, supuesto papá”, relata María, beneficiada de la Fundación Elegí Sonreír.

“Mi mamá era prostituta, se acostaba con muchos hombres. Tengo muchos hermanos de distintos padres. Mi mamá murió cuando yo tenía dos años”, comenta Daniela, beneficiada de la Fundación Elegí Sonreír.

“Vivía con mi mamá y mi padrastro. Recibí abuso durante cinco años. Yo empecé a tomar droga cuando cumplí 8 años que mi mamá me empezó a drogar para que este hombre me abuse”, precisa Celeste, beneficiada de la Fundación Elegí Sonreír.

“Mi mamá incluso era prostituta… Se drogaba un montón, llegaba a mi casa y nos golpeaban. Cuando viví con mi papá también llevé una vida desordenada, pasé por violación por parte de él y después por parte de mi abuelo”, comenta Guadalupe, beneficiada de la Fundación Elegí Soñar.

Estos son algunos de los testimonios de quienes llegaron a la Fundación Elegí Sonreír, que en sus dos hogares albergan niños y jóvenes víctimas de abuso y violencia familiar. Lali Gómez, la fundadora, nos cuenta cómo nació esta organización.

“Comienzo en mi casa. Tuve cinco chicas viviendo en casa y de repente entendimos que podíamos hacer un poquito más. Entonces, comenzamos con un grupo de amigos a pensar en la posibilidad de ayudar a aquellos que tenían una problemática. En este momento tenemos 20 chicos, 17 mujeres y 3 varones. Los hogares convivencias también nacen de mi testimonio personal. Atravesé diez años de abuso sexual, se lo que se vive, lo que se siente, se lo que es la soledad en esa situación. Pero hoy estoy parada en otro lugar, parada en un Dios que transformó mi vida y en un Dios que me dice que se puede, se puede ayudar a otros”, dice Lali.

“Ese día justo yo estaba toda lastimada porque yo le conté a la señora, a la esposa de él, lo que él me hacía. Entonces, me desnudó y me cortó (por todo el cuerpo). Llamaron a la policía y ahí me vinieron a buscar”, dice María.

“Estando en el tren me dormí y me encontró el jefe de los que manejan arriba del tren y bajé con la policía de Tapiales. Ahí fue cuando me dijeron que tenía que venir a un hogar”, comenta Celeste.

“Cuando hicieron la denuncia vine para este hogar. Acá me enseñaron a poder relacionarme bien con las personas, a poder hablar, a poder explicarle cómo me estaba sintiendo, me empezaron a abrazar”, indica Guadalupe.

“Pasé por dos hogares más, llegué a este y realmente conocí a Dios ahí”, precisa Daniela.

“Incluso Lali me enseñó a perdonar, a amar, a respetar al otro”, dice Guadalupe.

“Llegué acá y conocí a Dios verdaderamente y le pedí que quería que mi vida sea cambiada”, comenta Celeste.

Lali Gómez no sólo es la directora de este hogar, sino que también se convierte en la familia de esas jóvenes con problemas. Ella conoce muy bien el tratamiento que cada uno necesita.

“Lo que me mueve, lo que me lleva, es decir: ‘Hay una posibilidad, hay un Dios que puede cambiar esta historia, cambiar esta vida y si lo hizo conmigo lo puede hacer con cualquier otra’. Entonces, llevar este amor de Dios y mostrárselo con hechos concretos como es acompañarles, estar en lo cotidiano. Se puede ayudar a otros y no desde la victimización, sino del decir, ‘sobreviví a esto, porque Dios tiene un propósito para mi vida. Pero hoy puedo decir que eso pasó y que mi vida es totalmente diferente’”, comenta Lali.

El mundo de hoy puede estar lleno de personas que nos hacen daño. Pero, mientras haya más personas como Lali dispuestas a dar del amor de Dios. Sin duda, haremos de este mundo un lugar mejor.