Una familia de escasos recursos en Costa Rica soñaba con tener casa propia para proveer seguridad a su hija. Al conocer ésta historia, varios ministerios unieron esfuerzos para hacer realidad ese sueño y mostrarles el amor de Jesús a través de su buena acción.

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Bryan Torres y Meybin Mejía están juntos desde hace nueve años. Pero al enterarse que serían padres, se inquietaron por la manera cómo vivían.

“Lo que a mí me preocupaba era dónde íbamos a vivir, dónde va a crecer ella, dónde va a tener su hogar ella, porque ella es ahorita el pensamiento de nosotros. Y pues siempre orando y por dicha salió eso”, dice Torres.

El proyecto “Casas de Esperanza” del ministerio Juventud Con Una Misión (JUCUM) escuchó su historia y decidió tenderles la mano.

La organización Joshua Expeditions también se les unió y se puso en contacto con Dallas Christian School.

“Esa escuela vino a donde nosotros y pidieron un viaje misionero y ellos iban a ir a otro lugar, pero Dios cerró la puerta, entonces abrió la puerta para que vinieran aquí y construir esta casa para esta familia”, relata Beth Anderson, de Joshua Expeditions.

El proyecto de construcción se divide en tres áreas.

“En esta primera área tenemos un líder construyendo las paredes con una parte del equipo. Luego también nos dividimos para hacer el techo, al mismo tiempo que trabajamos en las paredes. Y la tercera parte sería la pintura, que se hace por aparte de la casa para no hacer mucho reguero dentro de la casa”, dice Mario Villalta, de JUCUM.

Pintada por pintada, clavada por clavada, de esa manera elevan las casas esperanza que van a dar un ánimo y algo distinto a las familias en necesidad.

Todo esto se desarrolla en cuestión de tres días.

“Es asombroso, estoy impresionada con la organización y la forma en que ellos inmediatamente nos dividieron en equipos y hallaron las fortalezas de cada uno”, comenta Martha Leeson, de Dallas Christian School.

Pero este proyecto no solo se trata de construir una casa, hay un secreto oculto que sale a relucir.

“Es como ir a otra parte del mundo y compartir los regalos y bendiciones que Dios nos ha dado. También, evangelizar en maneras que uno no tiene todo el tiempo. Es como una gran oportunidad para compartir todo el amor de Cristo con otras naciones”, indica John Elrich, donante del proyecto.

Luego de dos días de trabajo duro, en horas tempranas del tercer día de construcción, se terminaron de afinar los últimos detalles de la casa y salieron a relucir los talentos de los voluntarios. Ellos pintaron unos cuadros con versículos y otro con el nombre de la familia.

Y finalmente llegó el momento tan esperado, la entrega de la casa, todos los voluntarios aplaudían con fervor. Seguidamente agradecieron a Dios a través de alabanzas.

Tras esto, Meybin dio unas palabras de agradecimiento a los voluntarios.

“Por este lindo detalle, no sé ni cómo expresarme. Muchas gracias por todo y que Dios los bendiga, muchas gracias”.

La familia Torres Mejía entró a su hogar por primera vez y las lágrimas no se hicieron esperar.

Meybin nos cuenta que se siente tener casa propia.

“Lo más bello que nos pudo haber pasado en la vida de nosotros. Diay, Dios quiera todo nos salga bien, es una bendición estar en esta casa”.

Y ahora que se les cumplió el sueño de tener casa propia, ¿qué sigue?

“La fe es siempre honrar a Dios. Yo todavía no voy a la iglesia, pero voy a ponerme un propósito de estar yendo de ahora en adelante para que Él vea que si le estoy agradeciendo”, dice Torres.

Al igual que la familia Torres Mejía, otras se han visto beneficiadas. Casas de Esperanza nació hace 26 años y ha construido más de cinco mil hogares alrededor del mundo.

“Casas de Esperanza ha estado presente como en unos 21 países. Pero actualmente solo unos 9 países son los que están corriendo el programa. Los cuales son México, Jamaica, Rep. Dominicana, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Uganda y Camboya”, detalla Pedro Tapia, coordinador de “Casas de Esperanza”.

Tras la construcción de la casa, este ministerio le da un seguimiento espiritual a las familias.

“Le damos una casa, pero también los tratamos de discipular, les damos a conocer quién es Dios”, dice Pablo Jiménez, de JUCUM.

El día de la entrega de la casa de la familia Torres Mejía, conocimos a otra pareja que meses atrás fue bendecida con un hogar y la realización de su boda.

“Diay eso es un regalo demasiado grande de Dios, porque no es cualquiera que le dan la casa y casamiento. Nosotros lo teníamos en planes, pero no teníamos suficiente dinero para hacer todo eso, ya que Dios nos dio la oportunidad, estamos muy agradecidos con Él”, dice Francisco Martínez, beneficiado con una casa.

Luego de ver con sus propios ojos su sueño de tener una boda y una casa propia, Jessica Medina motiva a otros a no dejar de soñar.

“Que no pierdan las esperanzas porque uno al final si siempre lo pone en manos de Dios, todo es posible”, concluye.

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