En los últimos 50 años, arqueólogos han descubierto algunos de los hallazgos más significativos dentro y alrededor de Jerusalén. Esto fue posible cuando las tropas israelíes unificaron su capital antigua, en junio de 1967.
A los 10 años, Eilat Mazar sintió como que parte de su familia regresó a casa, cuando escuchó que Israel recapturó la Ciudad Vieja.
“Incluso cuando era niña, sentía que era un gran evento. Es como recuperar algo. La gente lo relacionaba como si hubiese vuelto un hijo perdido. Eso es lo que esperábamos y ahora está sucediendo”, dice Mazar.
Gabi Barkay, de 23 años de edad, se sintió como que su apartamento creció.
“Fue como si fuera al cuarto de atrás de mi apartamento, que me prohibieron entrar por años, y de pronto, se abriera. Solo imagine, es mi casa, es mi ciudad y de pronto, puedo verla con mis propios ojos y tocarla”, relata Barkay.
Ahora Mazar y Barkay están entre los principales arqueólogos de Israel.
“Fue una revolución”, dice Barkay. “Allí empecé mi carrera”.
Para Mazar la arqueología, después de la guerra del 67, significó “un punto de cambio”.
Ambos describieron cómo la Guerra de los Seis Días redefinió la arqueología de Jerusalén.
“Un par de años después de la Guerra de Seis Días, los resultados de la arqueología acumularon mucho más de lo que se hizo 150 años antes”, precisa Barkay.
De 1948 a 1967, Jerusalén fue dividida por campos minados, alambre de púas y barricadas. De pronto, después de la Guerra de los Seis Días y años de negligencia, las puertas de la vieja Jerusalén se abrieron a los arqueólogos, quienes añoraban descubrir su pasado. Las primeras excavaciones ocurrieron en la pared suroeste del Monte del Templo, por Benjamín, el abuelo de Eliat Mazar.
“Mi abuelo excavó 10 años continuos sin parar. Era un proyecto fantástico… revelaron fantásticos restos de la antigua Jerusalén de todos los periodos”, indica Mazar.
“Causó un ‘boom’ de la arqueología. De pronto había presupuesto e interés público en la arqueología de Jerusalén. La gente viene y visita los sitios arqueológicos de Jerusalén”, indica Barkay.
Desde 1967, Mazar y Barkay han hecho algunos de los más grandes hallazgos de Israel.
“Mostramos el palacio del rey David. Presentamos más de la construcción del rey Salomón, la ciudad según la Biblia lo describe. Él construyó un muro alrededor del templo, alrededor de su palacio”, comenta Mazar.
“Descubrimos los manuscritos bíblicos más antiguos jamás descubiertos, antes de los pergaminos del Mar Muerto, por muchos siglos. Estos son dos pequeños pergaminos de plata. Tenemos la bendición sacerdotal: el Señor te bendiga y te haga permanecer en ellos”, dice Barkay.
Muchos de estos descubrimientos, después de la Guerra de los Seis Días, confirmaron el registro bíblico de Jerusalén.
“La investigación que surgió de los resultados de la excavación calza bien con los datos históricos descritos en el Antiguo Testamento”, precisa Barkay.
El descubrimiento más grande de Mazar, llevó la Biblia a la vida.
“De los tiempos bíblicos, encontrar la impresión del sello del rey Ezequías, no tiene precedente. Encontrar algo tan cercano a una figura bíblica, sin mencionar a un rey como Ezequías. Encontrar la impresión de su sello, es casi como tocarlo”, indica Mazar.
¿Hay alguna conexión entre lo que se ha descubierto y el tiempo de cuándo Jesús estuvo en Jerusalén?
“Sí claro, de fijo. Por ejemplo: en el libro de Hechos y en el evangelio de Juan, se menciona el pórtico este del Monte del Templo, que se conoce como el ‘Pórtico de Salomón’ y allí se encuentra una capital que se origina en el ‘Pórtico de Salomón’. Tenemos pisos sobre los cuales cayeron las monedas cuando Jesús volcó las mesas de los cambiadores de dinero. Tenemos esos mismos pisos, esas mismas monedas”, indica Barkay.
“Las historias bíblicas y los relatos del Nuevo Testamento, van juntos porque prueba, con precisión, el desarrollo de Jerusalén de forma que es bastante exacto”, indica Mazar.
Hoy, 50 años después de la guerra, Jerusalén es una ciudad abierta. Las visitas pueden ver las excavaciones debajo de la ciudad de David, en el estanque de Siloé, donde Jesús sanó al ciego o el gran hoyo al lado de los muros de la Ciudad Vieja.
“Las personas pueden venir y ver por sí mismas. Eso es lo mejor que se puede pedir. Venga y vea”, precisa Mazar.
Para estos amantes de la historia, la ciudad ha capturado sus corazones.
“Vengo por la mañana y duermo con Jerusalén. Vengo a excavar en Jerusalén y pasa 100% en mi mente. Además, mi familia, ya sabes, somos personas muy familiares”, indica Mazar.
“Es una ciudad maravillosa. No hay otro lugar que pueda competir con Jerusalén”, comenta Barkay.