Es una de las fotos más icónicas de todos los tiempos. La imagen de una niña vietnamita corriendo desnuda por la calle, después de que una bomba napalm explotó en su vecindad en 1972. Hoy, Kim Phuc aún vive con las cicatrices, pero un nuevo tratamiento cambia la forma que ella y otros viven su vida.

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Las quemaduras de Phuc fueron tan severas que los doctores no le dieron esperanzas de vida y llevaron su cuerpo a la morgue. Pero, ella no estaba lista para morir.

“Mis padres me encontraron ahí”, continuá Phuc. “Dios tenía un plan para mí, no ha terminado conmigo”.

Hoy Kim tiene 53 años, su hermoso kimono esconde las profundas cicatrices de su espalda y brazos, mientras que su bella sonrisa esconde el dolor que aún siente…

“He tenido 17 operaciones…”, indica Phuc.

Kim habló con un grupo de médicos y cirujanos plásticos en Washington D.C. Sobre el día que cambió su vida.

“Y de repente el fuego estaba en todas partes a mi alrededor y mi ropa estaba quemada por el fuego... En ese momento pensé: Oh Dios mío, seré fea y las personas me verán de forma distinta, pero estaba tan aterrada y luego, salí corriendo de ese fuego…”, comenta Phuc.

Cuatro décadas después de ese horrible día, Kim tiene la esperanza de que sus cicatrices se vean mejor, pero también sentirse mejor.

“Su mayor problema y eso es lo grandioso del láser, que ella tiene dolor y es donde el napalm la impactó y la quemó, es realmente terrible…”, dice la Dra. Jill Waibel.

La Waibel, una dermatóloga de Miami, descubrió que el láser puede tratar cicatrices de quemadura, reduciendo el dolor y aumentando la movilidad.

“El láser solía empeorar las cicatrices de quemadura y trauma, hasta este nuevo invento: el láser fraccional, donde el láser hace pequeños agujeros que vaporizan el tejido y luego, la piel normal lo sana. Esto es algo innovador para los pacientes de quemaduras. Sana la piel hasta casi lo normal y requiere una serie de tratamientos, pero es realmente la tecnología más increíble que los sobrevivientes han tenido en más de 100 años”, comenta Waibel.

Kim ya recibió 4 de 7 tratamientos que ella necesita.

“Y mi cicatriz se ve más ligera y suave y eso me da esperanza que en un año estaré libre del dolor y las marcas se verán mejor”, dice Phuc.

El creador del láser, Lumenis, ayudó a lanzar la iniciativa “Restoring Heroes” o “Restaurando Héroes”: un programa para ayudar personas como Kim y otros héroes de guerra para recibir este tratamiento que cambiará sus vidas.

“Aunque la tecnología existía, la gente no podía recibir tratamiento porque es muy costoso para todos estos veteranos ser tratados. Estamos muy orgullosos de trabajar juntos con ‘Restoring Heroes’ y tratar de obtener ese ‘código’ para traerlos a hospitales de veteranos y tratar a estas personas”, comenta Tzipi Ozer-Armon, director ejecutivo de Lumenis.

A pesar de temer que nadie la querría, Kim es casada con 2 hijos. Dice que su conversión de la religión Cao Dai al Cristianismo a sus 19 años lo cambió todo.

Phuc dice cómo le ayudó eso a perdonar a quienes tiraron las bombas y la lastimaron.

“La imagen de Jesucristo cuando lo colocaron en la cruz y lo mataron y Jesús dijo: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Entonces esa imagen, esas palabras… Dije: Señor, ayúdame hacer lo mismo que tú y empecé a orar por mis enemigos. Entre más oraba por ellos, mi corazón se ablandó más”, comenta Phuc.

El doctor David McDaniel, un pionero en la tecnología láser, dice que la historia de Kim le recuerda que, aunque los médicos y enfermeras tratan el exterior, es Jesús quien sana el corazón.

“Hay una señal muy famosa en un hospital misionero de África que dice: ‘Doctores y enfermeras tratan, pero Jesús sana’. Y aunque usamos el láser para restaurarlos, en realidad es Dios quien sana su corazón”, dice McDaniel.

Kim dice que la famosa foto ganadora del premio Pulitzer, que el Gobierno solía usar como propaganda para controlar su vida, ahora, es una bendición que tiene para alcanzar al mundo.

“Esa foto es un poderoso regalo para mí, puedo trabajar con ella por la paz y para el bien”, concluye Phuc.

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