Fuerzas de la Guardia Nacional y del Ejército patrullan durante un operativo en un barrio de Culiacán, estado de Sinaloa, México, el jueves 19 de septiembre de 2024. (Foto AP/Eduardo Verdugo)
En un contexto de creciente violencia, los cristianos en México enfrentan una alarmante ola de persecución por parte de los carteles de la droga. En los últimos meses, las amenazas de muerte, el desplazamiento forzoso y la tortura se han convertido en parte de la realidad diaria de aquellos que practican su fe en las zonas controladas por el crimen organizado.
Según un informe reciente de Puertas Abiertas, entre el 1 de octubre de 2023 y el 1 de abril de 2024, se registraron al menos 57 casos de persecución contra cristianos en México. Esta situación refleja el peligro constante al que están expuestos, especialmente en comunidades donde los carteles ejercen un control absoluto. En estas áreas, los cristianos son considerados un obstáculo para los intereses de los criminales, debido a los principios de su fe y su trabajo social en la comunidad.
Relatos de supervivencia y fe
Uno de los casos más impactantes es el de Sergio, un misionero en el norte de México, quien fue blanco de un intento de asesinato durante una reunión de oración. "Estábamos orando cuando oímos motocicletas acercándose. Dios me guio a no salir, así que permanecimos orando", relata Sergio. Horas después, una vecina le contó que dos hombres armados lo habían estado esperando afuera, pero al no verlo, se marcharon. Esta experiencia, descrita por Sergio como una "liberación sobrenatural", es solo un ejemplo de cómo los cristianos en México dependen tanto de su fe como de medidas de precaución para sobrevivir.
Los misioneros, como Sergio, suelen trabajar con los grupos más vulnerables de la sociedad, especialmente niños y madres solteras, quienes a menudo son blanco de los carteles de drogas. "Los carteles ven a los niños como futuros compradores o traficantes", explica Sergio. Este tipo de trabajo convierte a los misioneros en objetivos directos de la violencia.
El peligro de enseñar y predicar
Otro misionero, Marcos Lara (seudónimo), compartió su preocupación sobre la vigilancia a la que están sometidos. En una ocasión, observó vehículos de lujo con ventanas oscuras, típicos de los carteles, merodeando cerca de la iglesia donde impartía clases a los niños. "Nos vigilan porque nuestras enseñanzas representan una amenaza para sus intereses", explicó Marcos a Puertas Abiertas.
La persecución ha alcanzado tal nivel que incluso orar en público se ha vuelto peligroso. Los cristianos se ven obligados a esconder su fe para evitar represalias, mientras intentan continuar con su labor misionera. Marcos agrega que es un desafío cumplir la Gran Comisión en estas circunstancias, ya que constantemente deben pensar en su seguridad y la de sus familias.
La persecución en aumento
La violencia no solo está presente en el norte, sino que ha alcanzado prácticamente todas las regiones del país. Los cristianos, como muchos otros mexicanos, viven bajo la sombra del crimen organizado, pero su compromiso con la fe y su comunidad los convierte en un blanco especial de las pandillas. El testimonio de estos misioneros es un recordatorio del peligro real que enfrentan diariamente en su esfuerzo por seguir su fe y servir a sus comunidades.
El informe de Puertas Abiertas destaca cómo esta persecución es una amenaza seria y creciente, y hace un llamado a la comunidad internacional a prestar atención a los cristianos en México, quienes a pesar de los riesgos, siguen resistiendo con valor.