De la calle del infierno a la sanidad: la lucha de un ministerio por los olvidados de Colombia

De la calle del infierno a la sanidad: la lucha de un ministerio por los olvidados de Colombia

03-17-2025
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MEDELLÍN, Colombia – La falta de vivienda es una crisis global en aumento, con aproximadamente mil millones de personas viviendo en viviendas inadecuadas y más de 100 millones sin techo. En Colombia, los desafíos se ven agravados por la drogadicción, la pobreza y un flujo constante de migrantes que huyen del colapso económico y la inestabilidad política en la vecina Venezuela. Sin embargo, en medio de la desesperación, un ministerio ofrece esperanza y transformación a través de su "Ciudad de Refugio".

Colombia sigue siendo el principal destino de los migrantes venezolanos, con más de tres millones ya en el país, una cifra que podría triplicarse para finales de año. Miles llegan a diario en busca de alimento, agua, refugio y estabilidad. Muchos terminan sin hogar, explotados y atrapados en un ciclo de adicción y pobreza.

Douglas Calvano, misionero de la Fundación Ciudad Refugio , describe la situación como grave. "No solo las personas sin hogar, sino también los migrantes, los desplazados… No sé si se enteraron, tenemos gente que viene de Cúcuta… a Medellín. Desplazados por la guerrilla… se está convirtiendo en una crisis más grave que en los años noventa", dice.

La crisis se ve agravada por las dificultades económicas y el conflicto en curso en Colombia. Cerca de siete millones de colombianos viven en situación de calle en su propio país, y en las calles, se entremezclan los mundos de la adicción, la pobreza y el desplazamiento.

Durante más de 30 años, Ciudad Refugio ha servido a la población en situación de calle de Medellín, ofreciéndoles comida, refugio y un camino hacia la recuperación. Cada semana, personal y voluntarios se aventuran a los barrios más peligrosos de la ciudad, incluyendo una zona conocida como "La Calle del Infierno" o "El Bronx", donde los mercados de drogas al aire libre y la adicción rampante pintan un crudo panorama de la crisis.

"Aquí es donde el gobierno está empujando a todas las personas sin hogar", explica Calvano. "Es una cultura dentro de otra cultura".

Durante su labor de extensión, el equipo distribuye pan y agua azucarada a prostitutas, drogadictos y personas sin hogar. Esta iniciativa, llamada Pan y Panela, es donde Ciudad Refugio inició su misión. Aquí, en la "Calle del Infierno", el equipo atiende a quienes no tienen a quién recurrir. Para muchos, el futuro es incierto: algunos podrían ser arrestados, mientras que otros podrían no sobrevivir a la noche. Es un duro recordatorio de la desesperación y el peligro que definen la vida en estas calles.

Harry Dietrich, quien supervisa las operaciones de Ciudad Refugio, agrega: "Si terminas en 'El Bronx', es porque estás al límite. Estás en lo peor de lo peor de tu vida".

De vuelta en su sede del centro, Ciudad Refugio ofrece un refugio para quienes cumplen las normas. Cada noche, decenas de personas hacen fila afuera, esperando un lugar donde descansar. Antes de entrar, deben pasar controles de seguridad para detectar drogas y armas. A quienes cumplen se les proporcionan colchones para dormir en el suelo.

"Muchas de las personas sin hogar solo buscan un techo, una cama, comida", dice Dietrich. "Pero si tienen un corazón para el Señor o una restauración completa, las acogeremos y las incluiremos en el programa lo antes posible".

El ministerio ofrece más que solo refugio. Su programa está diseñado para restaurar a la persona integralmente: física, espiritual y emocionalmente. Una panadería local integra el ministerio con la ciudad, a la vez que enseña habilidades laborales a quienes están en rehabilitación. El programa presume de una tasa de éxito del 65%, significativamente superior a la de la mayoría de los programas de recuperación.

Yeyson Marín, exadicto y alcohólico, encontró una transformación en Ciudad Refugio hace seis años. "Cuando llegué aquí, estaba seguro de que moriría", recuerda. "Y planeaba vivir quizás tres o cuatro meses más porque estaba enfermo. Pero cuando llegué aquí, todo empezó a cambiar dentro de mí".

Camila Gómez, de 26 años, perdió la custodia de su hija, Jocelyn, debido a una adicción. Gracias a Ciudad Refugio, encontró comida, vivienda y trabajo. Hoy, está sobria y se ha reencontrado con su hija. 

"Para mí, ha sido algo sobrenatural", dice. "Es muy hermoso ver cómo Dios transforma nuestras mentes y corazones cada día, en primer lugar. Porque Él toca, toca lo más profundo de nuestros corazones. Ha sido lo más profundo de nuestros corazones, y nos hace comprender que solo Él puede salvarnos."

El ministerio también atiende a mujeres y niños, ofreciendo programas para madres venezolanas y sus hijos. "También tenemos el programa para mujeres", dice Dietrich. "Y si aún no han alcanzado la edad escolar, muchas veces el niño asiste al programa con la mujer. Además, organizamos una especie de escuela bíblica de vacaciones todos los sábados. La mayoría de estas personas son madres venezolanas con sus hijos".

La iglesia de Ciudad Refugio, conocida como "La Cueva", acoge a quienes han sido rechazados por la sociedad. Aquí, cada historia está marcada por un milagro, creando oportunidades para reconectar y reconstruir.

"La verdadera restauración no es solo dejar de consumir drogas", dice Marin. "Es empezar a disfrutar de la vida, a amar a la gente, a ser un buen ejemplo para quienes te rodean y, obviamente, a mostrar el evangelio, a mostrar el amor de Jesús".

A medida que crece la necesidad, crece también la misión de Ciudad Refugio. El ministerio busca albergar a más hombres, mujeres y misioneros, a la vez que lleva su modelo a otras ciudades.

"Creo que la Iglesia está despertando a la realidad de que el Evangelio no es solo lo que predicamos; es mucho más que eso", dice Calvano. "Necesitamos hacer cosas por la gente. La gente está cansada del mensaje y el sermón correctos; quieren ver el Evangelio en las calles y ver a la iglesia en movimiento... eso está sucediendo en Colombia, gracias a Dios".

En un mundo marcado por la desesperación, Ciudad Refugio se erige como un testimonio del poder de la fe y el amor transformador de Cristo.